miércoles, 11 de septiembre de 2013

OFUSCADOS POR UN BICHO



       ¡HASTA QUE TE TOPAS! (y de parálisis al momento confluyen inertes al sitio, sin más al choque estático)
       Desgarras súbito al instante previo, al dejar todo por… No imaginas (como una apariencia inquieta al fondo) ¡NO! (por nada) sin ello no te avivas.

       Te vicias. Quiebras tajante al unísono de la percepción, (lo insensato del atónito, que tal vez cuerdo, se consume y cisco alborota el entorno) dando vuelta y vuelta a las estrategias de como domar el próximo bicho. Y sin ver ya más nada a tu lado manchas al muro de garabatos y jitanjáforas, que abstractas bailantes tararean al ismo de lo que anhelas. (como esa merma algarábica de burbujas, al colaje tórnico de su balbuceo que salpica) Por ese cuadro que ofuscado, compenetrado aquietas en revueltas al rasguñar el vacío espacio que te altera. (e inmerso en lo esotérico de la noción, se ahoga pútrido a la propia extorsión de su silencio abismal)
       Ansias cruzar al otro lado, armar la escalera sobre los murales para subir más alto a lo alto, a la carga del cielo... (machucar hasta hacer trozos y trizas de esa hoja de papel que revolotea en la briza, que absuelta queda) Bajo bloques y peldaños que aplastan lo más sabio de tu sien.

No hay razones, Así peregrinas.
(NO HAY RAZONES… ¡NO!)


Por, Federico José Capparelli


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